Acompaña a Wrathion a la boda del siglo mientras busca adquirir conocimiento sobre las Islas Dragón, el hogar ancestral de los vuelos de Azeroth.

Wrathion se mofó. El placer de su presencia. ¡Ja! Esta boda era un evento monumental en la historia de Azeroth. Después de todo, se trataba de la unión de dos líderes muy poderosos. Sin embargo, sabía que solo lo habían invitado por cortesía. Nadie en Azeroth de veras quería que un dragón negro, y mucho menos él, asistiera a una gran ocasión como esa. Mostrar a alguien que fue fundamental para derrotar al dios antiguo N’Zoth y salvar al mundo era una gran maniobra política, pero ni la pareja ni sus invitados más prominentes podrían considerar que estar en su presencia sería un placer.

Wrathion arrugó el pergamino con una fuerza innecesaria y lo arrojó en un rincón. Las bodas eran famosas por su sensiblería, y esta ceremonia en particular tenía grandes probabilidades de seguir ese camino. Según los informes de sus agentes garranegra, se trataba de un amor verdadero, cuya llama se había encendido, ni más ni menos, durante una competencia de poesía. También habría otras parejas felices y risueñas, familias con sus hijos joviales y reencuentros de viejos amigos.

Era suficiente para que se le revolviera el estómago.

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