El Reto de Rastakhan: Se acerca un nuevo contrincante – Parte 2
No había filas en el Reto de Rastakhan. La abigarrada multitud se abría paso hacia la arena a codazos, rodillazos y cabezazos. ¡La competencia para conseguir un buen asiento era tan feroz como la batalla que se libraría en el piso de la arena! Rikkar siguió a la multitud con los ojos atentos a cualquier oportunidad para colarse al piso de la arena y conocer a sus competidores favoritos... ¡y quizás ganarse un lugar en el plantel de algún equipo!
Una turba extrañamente alborotada ocupaba el pasillo que estaba justo delante de Rikkar. Se trataba de una masa agitada y jubilosa de trols, enanos, ogros, gnomos, orcos, tauren, e incluso algún que otro humano. Lo único que controlaba al desordenado muro de fans del Reto eran las miradas adustas de los gorilas de la arena. A pesar del ambiente jovial, no había nadie entre la multitud dispuesto a probar la determinación del equipo de seguridad acorazado.
Rikkar intentó atravesar la caótica multitud con agilidad, esquivando codazos con destreza y empujando a otros fans cuando era necesario. Un par de gnomos aplastados se despegaron de las paredes como pegatinas, y Rikkar divisó más pósters de sus equipos favoritos (todos los equipos eran sus favoritos).
A pesar de ser uno de los equipos más populares del Reto, las Ranas tenían la reputación de ser raros... porque, bueno, era cierto. Nadie dominaba el misticismo trol como ellos. Pero era mejor hacer oídos sordos: Rikkar sabía que si se unía al equipo de Krag’wa, podría perfeccionar su talento para la magia elemental.
Los Dracohalcones eran el equipo del Reto más popular de este año. Todos comentaban que estaban prendidos fuego. Y lo decían en serio. En todo momento, todo a su alrededor es llamas, chispas y fuego. Si estás determinado a dejar hechos cenizas a todos tus adversarios de la Arena, no aceptes imitaciones.
Rikkar admiraba el talento de Malacrass para presentar espectáculos. A pesar de la fama candente de su equipo, saben cómo encender a la multitud antes de empezar a lanzar bolas de fuego.
Todos sabían que la princesa Talanji participaba en el Reto a regañadientes, pero todos también sabían que eso no importaba: como Campeona de los Zombis, su equipo era el equipo que TODOS querían vencer. Según los rumores, el rey Rastakhan había realizado una especie de pacto con Bwonsamdi, y desde entonces, su familia (incluida la princesa Talanji) debía servir al loa de los muertos. Rikkar se hubiera unido a los Zombis sin pensarlo dos veces, con o sin trato, pues Bwonsamdi era uno de los loa más poderosos.
Rikkar vio su oportunidad y, finalmente, ¡logró colarse entre los gorilas e ingresar a la Arena! Respiró el hermoso aroma del ozono, el acero caliente, la arena y el calor humano de cientos de espectadores. Y qué mejor elixir para quitarse el calor húmedo, pegajoso e insoportable de la selva que una buena... ¿sopa? Rikkar no encontraba a los típicos vendedores de tortas de azúcar por ningún lugar. En cambio, los emprendedores colmillarr competían con los trols, que vendían helado mágico, para vender tazones calientes de estofado en el que flotaban trozos de ingredientes imposibles de identificar.
Al parecer, Hermanos Colmillarr había enviado un cargamento enorme de sopa a Vega de Tuercespina en lugar de Rasganorte, pero estaban sacándole el máximo provecho al error. Por supuesto, como era de esperar de los fans del Reto, la sopa terminó sobre el pelo y la ropa del público en lugar de sus estómagos.
Rikkar esquivó la sopa y los postres helados voladores mientras buscaba, en vano, un lugar donde sentarse. Pero mirara donde mirara, todo estaba colmado de fans del Reto. Finalmente, divisó un asiento a lo lejos, al lado de la torre de los presentadores. No había lugar más alejado de la acción en todo el estadio, pero era mejor que nada, ¿no? Decepcionado, Rikkar subió los escalones de piedra, tantos escalones que sería imposible contarlos, y se quedó con el lugar antes de que otro se lo robara.
Desde la distancia, el piso de la arena parecía una moneda de oro sobre la que caminaban hormigas. Se iba a perder toda la acción desde ahí. Rikkar comprendió que, si quería participar, tendría que tomar medidas drásticas...