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El Reto de Rastakhan: Se acerca un nuevo contrincante – Parte 1

Daxxarri

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Rikkar se paró sobre el camino de adoquines y observó la maravillosa Arena Gurubashi. Desde que era un pequeño trol, soñaba con estar en ese lugar y prepararse para competir en el reto legendario. Se detuvo un instante para disfrutar del momento mientras el público pasaba a su lado hacia las puertas: la emoción y las expectativas se sentían en el aire, el público rugía en los asientos, los que compraban boletos de reventa hacían muecas de dolor. ¡Nada se comparaba al Reto de Rastakhan!

Rikkar había pasado toda su vida preparándose para este momento (y había comprado su boleto con dos años de anticipación, no era ningún tonto). La última vez que se celebró el Reto, Rikkar no era más que un niño mirando todo a hombros de su padre, desde donde gritó con todas sus fuerzas junto al público en la final de los Tigres contra los Tiburones, y fue testigo de la victoria del sumo sacerdote Thekal. Y lo supo desde ese momento: algún día ÉL estaría en la arena del estadio, ¡y el público gritaría SU nombre!

Mientras se encontraba en la larga fila para ingresar en la arena, miraba los pósters de los equipos que adornaban los muros, que le llamaron la atención. Estaban inmaculados, a diferencia de la adorada pero desgastada y raída colección que tenía en su pueblo.

¡Los Tigres! ¡Ese era un equipo! Rikkar se veía ganándose el favor de Shirvallah, vestido de dorado. Había entrenado toda su vida: tenía el ojo del tigre... la emoción de la pelea... un ala de murciélago... y algunas otras partes de animales, por si acaso. Rikkar estaba preparado.

Si hay algo que no puedes negar de los Murciélagos, el equipo de Hir’eek, es que saben cómo hacer su trabajo. Y lanzar chillidos. Y hacer absolutamente todo lo que sea necesario para ganar. Rikkar debía respetar esta iniciativa.

¿Por qué ser un Murciélago cuando puedes ser un Rinoceronte? No tienes que pensar ni precisas de tácticas elaboradas. ¿Te cruzas con un problema? ¡Pues aplástalo! ¿No tienes ningún problema? ¡Aplástalo de todas formas! Además, todos adoran al maestro de guerra Voone. Voone no solo organiza fiestas legendarias, sino que también se rumorea que tiene amigos en las altas esferas. Después de todo, la Montaña Roca Negra es bastante alta, ¿verdad?

Rikkar no podía creerlo. Veinte años más tarde, por fin era parte del público que entraba a tropel a la Arena Gurubashi. Estaba completamente decidido: esta vez no había venido simplemente como espectador. ¡Había venido a competir! De alguna forma...

¡Lo único que necesitaba era una oportunidad para demostrarlo! 

Pero, ¿a qué equipo se uniría? ¿A qué loa le juraría lealtad?